Dos maneras de impulsar el arte: Peggy Guggenheim y Gertrude Vanderbilt

Recogemos en este artículo, la biografía de dos mujeres privilegiadas por la vida. Peggy Guggenheim y GertrudeVanderbilt, tuvieron la posibilidad económica y social de impulsar a pintores de distintas procedencias y vanguardias. Sin la primera, el Surrealismo hubiese sido imposible, y, su triunfo, s...

Full description

Saved in:
Bibliographic Details
Published in:Arbor Vol. 168; no. 663; pp. 371 - 378
Main Author: Rocamora García Iglesias, Carmen
Format: Journal Article
Language:English
Spanish
Published: Consejo Superior de Investigaciones Científicas 30-03-2001
Online Access:Get full text
Tags: Add Tag
No Tags, Be the first to tag this record!
Description
Summary:Recogemos en este artículo, la biografía de dos mujeres privilegiadas por la vida. Peggy Guggenheim y GertrudeVanderbilt, tuvieron la posibilidad económica y social de impulsar a pintores de distintas procedencias y vanguardias. Sin la primera, el Surrealismo hubiese sido imposible, y, su triunfo, su comprensión y su custodia, se habría esfumado, siendo considerados sus representantes como un grupo de excéntricos deseosos de escandalizar a un público que no entendía su concepto del Arte, y, solo se quedaba en los desenfrenos, las frases sin sentido, las orgías ó el snobismo de algunos de sus representantes. La recopilación que hizo Peggy Guggenheim de esta vanguardia, hace comprender al estudioso del Arte que, por detrás de esas arrogancias individuales, había un credo común, un deseo de captar la comprensión del sueño, cuando la razón no está en vigilia, un automatismo psíquico ajeno al razonamiento y, una experimentación de los ámbitos hasta entonces desconocidos como el subconsciente, el azar, la locura ó los estados alucinatorios. Peggy Guggenheim pudo haber empleado su posición económica en viajar, consumir ó tirar su dinero alegremente. No lo hizo así. Su posible excentricidad y sus escándalos, los canalizó por la vía del Arte, ayudando a sus amigos, abriendo Galerías increíbles como la del Soho de Nueva York, en la que: «...Los cuadros estaban montados sobre bates de béisbol, y, las luces se encendían y apagaban componiendo triángulos colgados de cuerdas como si flotaran en el espacio»... Y finalmente su auténtico amor por el Arte le llevó a comprar el Pallazo Vernier dei Leoni en Venecia, donde, ya sin excentricidades, el es- pectador puede contemplar y comprender la vanguardia que ella tanto amó. Desde otro punto de vista, Gertrude Vanderbilt, utilizó supuesto en la sociedad para impulsar, no solo a sus amigos sino a aquellos pintores, que, principiantes, carecían de nombre, pero tenían talento, carácter y originalidad. Ella supo ver esas cualidades en los artistas que impulsó, y generó una situación nueva, poco seguida por ciertos Galeristas actuales que apuestan por la seguridad, el nombre o la firma de los autores, sin mirar su auténtico valor artístico. Vanderbilt fue una gran mujer. Luchó contra los contratiempos de la vida, la incomprensión de sus contemporáneos y el concepto arcaico de los Museos de albergar solo a aquellos valores conocidos mundialmente. A ella deben su popularidad muchos artistas, como Calder, Pollock, los representantes de la Escuela de Nueva York, al igual que vanguardias difíciles de comprender como el Constructivismo, el Minimal Art, o tantas otras... El Museo Whitney de Nueva York, su gran creación, fue y será el trampolín del triunfo de infinitos pintores. Sin su perseverancia, sin su existencia, sin su lucha constante y sin su ánimo inflexible, muchos de estos artistas hubiesen sido desconocidos y me atrevo a decir que alguna vanguardia, hubiese pasado fugazmente, si Gertrude Vanderbilt no hubiese comprado ciertos cuadros para colgarlos en su Museo. La independencia de criterio, el ser plenamente consecuente con los propios actos y criterios, hacen que hoy, personas como yo, sintamos una enorme admiración por estas mujeres, que apostaron por el Arte, como móvil de sus vidas y como realización de sus personalidades fuertes, enérgicas y triunfalistas.
ISSN:0210-1963
1988-303X
DOI:10.3989/arbor.2001.i663.845